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viernes, 13 de septiembre de 2013

Vivíamos sin punto final



Es cierto que cuando algo se moja, se enfría. Sin embargo, las lágrimas que te robé eran cálidas, pese al frío de la noche, y olían a nostalgia.

Sé que de nuestras lágrimas formamos un mar, y mi padre me enseñó a quedarme siempre cerca de la orilla porque ni el más experto nadador se puede fiar de sus corrientes. Pero vi tu barco merodeando por mi costa y pienso desobedecer por primera vez uno de sus consejos. No te preocupes, ya le dije que era más que consciente de que sólo tendría fuerzas para llegar a tu barco, pero que si me veías me traerías de vuelta, navegando a contracorriente.

Ya lo ves, aquí me tienes, enganchado a tu quilla, calculando las últimas gotas de oxígeno para terminar de escribirte.

Para terminar de escribir un mensaje que sólo leerías si echas anclas pron__


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