Sé que de nuestras lágrimas formamos un mar, y mi padre me enseñó a quedarme siempre cerca de la orilla porque ni el más experto nadador se puede fiar de sus corrientes. Pero vi tu barco merodeando por mi costa y pienso desobedecer por primera vez uno de sus consejos. No te preocupes, ya le dije que era más que consciente de que sólo tendría fuerzas para llegar a tu barco, pero que si me veías me traerías de vuelta, navegando a contracorriente.
Ya lo ves, aquí me tienes, enganchado a tu quilla, calculando las últimas gotas de oxígeno para terminar de escribirte.
Para terminar de escribir un mensaje que sólo leerías si echas anclas pron__